lunes, 20 de febrero de 2012

Sangre de Reyes

Mientras el ascensor baja a toda velocidad hacia un nuevo combate, comienzo a pensar si algo de esto tiene sentido, si toda esta pesadilla acabara algún día. Espero que no, estoy disfrutando tanto…
A veces creo que mi vida no es más esto, un sinsentido entre sucesivos combates a muerte, una tras otro, con la mecánica y sangrienta precisión de un reloj que marca las 12 de la noche… me estoy poniendo poético. Debe ser cosas de la droga. Otra vez mi corazón lanza un aviso, y el dolor me dobla hasta que toco con la nariz el suelo. Ag… Eso duele. Y mucho. La droga me está matando… más rápidamente, claro.
Las puertas se abren, y por fin los calabozos están allí, enfrente justo mío. Comienzo a buscar los números de las celdas en un mapa que está pintado en la pared. Celda 237… aquí, vale, vamos allá. ¿Eh, que coño es esto? Una jodida puerta me cierra el paso, y cada vez que intento abrirla me dice acceso denegado. Hay un monitor a su lado, intento  trastear con el y…
No. Otra vez no. No, no, no.
-       No hay descanso para los malvados ¿Eh? Salvor de nuevo al habla. Veras, como se te ocurrió hacer el numerito del indio no pude acabar de decirte, que , para entrar allí abajo, debes desprenderte de todo objeto metálico y con una química… dudosa. Para hacer las cosas un poco más igualadas… ¿Entiendes?
-       Si, doscientos cincuenta kilos de muerte y destrucción contra mí en una celda de tres por tres, y las cosas estarán igualadas,¿ eh, hijo de puta?
-       Así es, así es… pero lo
No dice nada más porque en un arrebato de ira reviento el monitor con la cabeza.
No hay más remedio que jugar la partida según sus cartas, por ahora. Dejo todo lo que llevo en una especie de bandeja que hay afuera y ahora si me deja pasar.
Mientras camino, empiezo A OIR una risa detrás de mí pero por más que giro la cabeza por encima de los hombros no veo  a nadie. Es más, la oigo detrás, pero delante mía empiezo a ver una cara gigantesca que flota en el aire y se ríe de mí. Estoy perdiendo la cabeza más rápidamente de lo previsto, debo darme prisa.
Llego por fin.
Inspiro profundo.
La celda es una jaula cuadrada de cristal blindado, en sus cuatro ángulos.
Él está allí, justo en el centro, en la posición de loto.
Aunque me había preparado para esto, y no puedo dejar de pensar que, a pesar de la horrible visión de sus músculos, de su talla descomunal, de su aspecto de gorila, de su cráneo afeitado, de sus terribles cicatrices, de su cuerpo tatuada, de sus pectorales con vida propia, del cuello sin cuello, del puro musculo, de que mas quena montaña de musculos fuera un músculo de montaña…
“De cómo me quedé helado y atónito, no lo inquieras, lector, que no lo escribo, porque cualquier hablar poco sería. Yo no morí, más vivo no quedé: piensa por ti, si algún ingenio tienes, cual me puse, privado de ambas cosas.”
Pero…
A pesar de todo…
No puedo dejar de sentir lastima por él.
No hay ninguna diferencia entre él y yo.
Podía ser yo perfectamente el que estuviera allí.
Podía ser yo el que estuviera dentro y el el que intentara acabar con todo esto.
Lo único que nos diferencia realmente es el lado del cristal en el que estamos.
Pero al trigo que crece antes se le siega antes.
En eso se resume todo.
Inspiro profundamente…
Abro la puerta.
Me meto dentro.
-       Hola. –no se me ocurre nada mejor- No he venido a matarte. ¿Me escuchas?
No contesta, sigue en su posición, como meditando e ignorándome… de momento.
Un incómodo silencio…
Se levanta por fin y me mira a los ojos.
-       Pues yo a ti sí. Y preferiría un combate mortal, épico… un… Fin memorable. ¿Me lo concederás?
-       No tienes por qué hacerlo. Salvor te está manipulando.
-       ¿Está de broma? TU MUERTE es mi VIDA.
-       No.     Mi muerte es la tuya y la millones más conmigo. De mi depende…
-       No me importa en absoluto. Solo quiero matarte. ¿No tienes nada más que decir? ¿Alguna frase para la posteridad?
-       Eras un tipo noble. Te conocía hace tiempo, cuando eras rey. Cuando para hablarte había que inclinar la cabeza. Cuando tenías docenas de esposas. Esto no es culpa tuya. Nada de esto es culpa tuya. Es de Salvor. Déjame ayudarte. Puedo hacerlo.
-       ¿Ayudarme?! Ja, ja, ja, ja! ¡Que risa!- pero no se ríe. De hecho, casi llora, pero se enfuerece de nuevo y continua- Si solo quieres hablar es que no quieres luchar. Por mi vale. Lo hare rápido, te lo prometo. Déjame y en un segundo habrá acabado todo. Un tirón al cuello y habré terminado.
-       Antes morir que dejarme matar.
-       ¡Eso es hablar! – ruge.
Como un animal, se abalanza sobre mí, pero un tipo tan pesado como el delate su movimiento y me da tiempo a echarme a un lado antes que me atropella. Mi mano cae sobre su cuello, empuñando el hueso afilado que logro esconder. Pero el tipo reacciona con reflejos y se mueve rápidamente apenas siente el primer pinchazo.
Cuatro gotas de sangre es lo poco que sale de provecho de mi fabuloso plan.
No solo es que se haya movido rápido.
Es que la hoja fue incapaz de clavarse en todo aquella masa de músculo. Traté de pillarle la carótida y solo halle una pared.
-       Hijo de puta… rata traidora… -me dice él dirigiéndome una mirada que prefería no haber visto nunca. – Antes de matarte te voy a romper todos los huesos del cuerpo, uno a uno. Y luego te voy a comer la piel.
Ahora viene lo bueno.
No se lo pierdan.

http://www.youtube.com/watch?v=3A2ZPR9ldyI&feature=related

No hay comentarios:

Publicar un comentario