lunes, 28 de noviembre de 2011

Camino a la Perdición


Nadie vive en el laberinto de alcantarillas que desagua en nuestro territorio por gentileza de la gente que vive en los rascacielos. Y eso que sería un buen refugio. Tiene techo y comida en abundancia; y el nivel de ratas y otros seres infectos es más o menos el mismo que en el exterior, y se pueden limpiar más rápido que al aire libre.

Pero…
Algo vive en ellas.
Algo que aterroriza a toda esta gente desesperada.
Por la noche, susurran rumores; cuentan historias terribles, de algo innombrado que vive allí abajo, que se desliza en las sombras, que se arrastra entre las sombras.
Nadie lo ha visto, nadie tiene una descripción, nadie sabe qué o quién es.
Pero si se sabe de sobra lo que hace.
Se ven a docenas.
Docenas de cadáveres de todos aquellos suficientemente locos o desesperados para internarse por ellas a pesar de todo.
Destrozados, mordisqueados, irreconocibles en su mayoría; con el cuerpo y la cara hinchados y recubiertos de bubones gigantescos, la carne lívida y macilenta, empapados de un limo verdoso. Sobre la piel (que por lo general falta a franjas enteras) se ven a veces enormes marcas extrañas, algunas veces profundas hendiduras en forma de uña; otras tantas, como si se hubiera sometido a una terrible presión, la piel marcada y los huesos hechos literalmente polvo.
Yo no se que habita allí, pero si se tre cosas.
La primera, que los anales cercanos a las salidas (los únicos seguros) viven todo tipo de morralla marginal ultraviolenta, gente rechazada que se niega a vivir en sociedad por su carácter o por su pasado, gente en guerra con mostros y entre sí, que se divierte cazando preas humanas y torturándolas luego en un estado de salvajismo total. Afortunadamente, estos psicópatas son demasiado violentos e impredecibles para coordinarse o tener un plan, y las más de las veces se terminan matando entre sí.
Segundo, que antes la gente si vivía en las alcantarillas, y aquello llego de repente y los expulsó.
Y la tercera, sea lo que sea lo que hay allí abajo, me juego mis cojones a que lleva el logotipo de Salvor Hardin en el cuerpo.
Cruzó el umbral y al final de la tubería veo un grupo de figuras al fuego de una hoguera, bebiendo y quizá haciendo un campeonato de miembros viriles.
No hay ningún desvió ni ninguna forma de esquivarlas, pero ya lo tenía previsto, así que avanzo aparentando tranquilidad  hacia ellas.
-       Vaya, vaya, vaya... ¿pero no es el cerdo y maloliente Jimmy Crohn  en carne y roña? ¿Cómo está vuestra merced? ¿Cómo está esa litrona podrida de garrafón? Venga, a ver esos cojones, si es que tienes cojones, so maricón.- le digo para aparentar mientras escupo al suelo.
El aludido se ríe como el gilipollas que es  mientras  levanta pesadamente su masa de músculos, la cabeza rapada, los nudillos de acero.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco.
Crohn, un subnormal que lleva una especia de alabarda, un par de maricones de brazos de pajillero, y un gordo apestoso que lleva una máscara antigás. ¿?
Ellos son cinco.
Cinco.
No contaba con tantos.
Pero ya no hay salida.
Si me equivoco con el plan…
Estoy muerto.
Se cree muy duro el gilipollas exhibiendo su colección de orejas y ojos de su cuello, los cráneos de su cinturón, y sobre todo porque sabe que yo soy uno y ellos son cinco.

-       ¿Una hermosa noche para pasear, verdad?  La brisa, las estrellas… ¡Se puede pedir algo más?- las calaveras, las frases hechas… Perfecto gilipollas.
-       Tengo un problema. No soy capaz de coger el sueño si no mato a alguien.  ¿Sabes quién me lo puede solucionar?
-       Mamón- escupe a un lado-  Sabes que la gente dice que estoy loco. ¿Loco? ¿Yo?- “no” “¿De verdad?” le preguntan los otros- ¡Sí! ¡Dicen que estoy loco! ¡Jodidamente loco! –dicen dirigiéndose a ellos y haciendo como que me ignora- Y en cambio de este soplapollas  que viene solo a amenazarme  no dicen que está loco. ¿Sabéis una cosa? Yo creo que no estoy loco, no;  que es el mundo el que está loco. Loco de remate. Como una jodida…
-       Tienes razón,. Un mundo donde dejen vivir a un gilipollas como tú tiene que estar loco de remate. ¿Tú te has visto en un charco? ¿Te has visto la cara?
-       Perdona, ¿cómo dices?
-       ¿Qué te pasa? ¿Qué aparte de gilipollas estas sordo, hijo de puta?
-       Sabes que me estas tocando mucho los cojones, hijo de puta? ¿Qué me los estas tocando a dos manos? ¡Sabes que tu eres uno y nosotros somos cinco?
-       En esta vida hay tres tipos de personas. Los que saben contar y los que no. Y tú eres uno de esos, Crohn. Eres un montón de mierda, y ya sabes lo que les pasa a los montones de mierda. Quítate de mi camino, payaso. No tengo tiempo para un mierdas como tú. ¿Lo coges?
-       ¿Tú me das órdenes? ¡A mí? Eres un tipo duro. –me engancha por la muñeca. – Supongo que habrás matado a un par de niños, a dos viejos y te habrás restregado con un par de putas, y has venido aquí pensando en tocarme un poco los cojones con el subidón de adrenalina e ir a contárselo a tus maricones de tus amigos. Pero yo no juego. Yo mato. MA-TO.
-       Yo no mato, Crohn. Es la gente la que se empeña en morir. Como tu ahora.- Por eso deje que se acercara tanto. A esta distancia no puede esquivar, y la hoja de mi navaja le entra limpia y le secciona la carótida.
Crohn grita mientras se lleva las manos al cuello en un patético intento de…
Ahora todo es cuestión de un segundo o estoy muerto.
Un tipo se me tira encima con una lanza en ristre, pero yo ya no estoy ahí.
Mientras el jefe cae, yo me he agachado tapándome con su cuerpo, y al golpear tan rápido, no ha tenido tiempo de rectificar.
La punta de su arma no me alcanza, pero el impulso de su arma le hace avanzar.
No necesito más.
Mi navaja le secciona el cable adecuado a la altura del gemelo y cae como un muñeco de trapo.
Pero ya ha tenido demasiada suerte.
Otro cabron se me echa encima, y aunque no me apuñala, nos cerramos  y forcejeamos  tratando cada uno de apuñalar al otro. Con un movimiento de piernas, me tiro de espaldas mientras lo zancadilleo, el tipo se esmorra   hacia adelante, al trata instintivamente de protegerse con las dos manos, libera mi muñeca . De espaldas a mí mientras trata de levantarse…  La muerte le sienta tan bien…
Un terrible golpe con un garrote o algo que se le parce- ¡Que cojones importará!- me destroza el cráneo, aunque ha cometido un error de novato. Dar justo en cráneo, donde por su curvatura, es el lugar donde el golpe por lo general se desvaí, y encima es un lugar muy duro, mas aun si debajo de mis harapos me pongo allí una chapa de acero.
El golpe duele, pero no lo suficiente; el problema es que me deja atontando y entonces el hijo de puta se me echa encima y me revienta una hostia que me tira de espaldas. La navaja se me sale de la mano y el tipo se me echa encima con todo su jodido peso- debe de pesar más de ciento veinte kilos- y su apestoso olor corporal, que es aún peor.
-       Vivir, morir, que importa… Al final, todos mueren , todos son cenizas, todo son polvo, y el rey y el campesino caben en un palmo de tierra, y a todos se olvidan y  todo termina. Si eres fuertes, vives, si ere débil, mueres. No hay más, ni menos, ¿Verdad? ¿Verdad?
-       Primero me matas, y luego me hablas. Gilipollas.
-       Pero si te matara no podría hablarte, verdad. No podríamos tener etas amisosa… charla.
-       Por eso lo digo, soplapollas,. Tu puto aliento hace que me den ganes de vomitar. Prefiero que me mates ya.
-       ¿Matarte ya? ¿Con lo bien que sangras? ¡Esta es tu gran noche amigo! ¡The Show must go! – se me echa encima y me mide el cuello con mi navaja- ¡Vaya, tienes la medida exacta! ¿Qué irónico, verdad?
-       Es una pena que vayas a morir ahora, porque el sarcasmo no es lo tuyo. Nunca podrás aprender a ser mejor.
-       ¿Qué voy a morir? Estas desarmado y somos dos. ¿Qué coño?
-       Otro que no sabe contar.- son las palabras que oye justo cuando la punta de la lanza le asoma por la boca. Le separo de mi para que muera en paz. – Vaya, Pilgrim, creía que no te ibas a decidir nunca.

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