lunes, 3 de enero de 2011

Un Tranvia Llamado Deseo

- Bueno, bueno, Antúnez… Debo de confesar que es usted un hombre valiente y decidido, un hombre del cual este país debe sentirse orgulloso… yo como su inveterado enemigo le digo ¡Chapeu! Se merece usted la medalla al amor conyugal… Desgraciadamente, va usted a morir. Supongo, que con su perspicacia natural, eso es algo que no le sorprende en absoluto. Claro, es natural. Y debo confesar que aunque diseñe esta trampa para matarle de esta forma, siempre pensé que su inteligencia la descubriría y no viniese… Y estoy seguro que usted siempre lo supo, de algún modo u otro ¿Verdad? Pero su amor. si, su amor fue más fuerte que su razón. !Que belleza! Pero ¡Claro? Que se supone que debería haber hecho? ¡Dejar morir a su esposa sin más? ¿Quizás mandar a otro en su lugar? ¡No podía hacer ninguna de las dos,su caballerosidad se lo impedia. ¿Verdad? Siento haber jugado sucio, es usted un hombre honorable… y por la misma razón predecible, muy, muy predecible.
Este ordenador portátil que escondía en la cama de su esposa será su perdición: lleva explosivo para volar la casa entera en pedazos. Como ha llegado a este punto, veo con agrado que no ha recurrido usted a la táctica de salir corriendo. No lo serviría de nada y empañaría su hasta ahora intachable trayectoria. Este está conectado a un mecanismo de distancia, si se hubiera alejado, habría explotado inmediatamente. Pero usted no podría huir ¿Verdad? No, por supuesto que no. Es usted más listo y valiente que eso. Una cosa más… Claro usted se preguntara donde está su esposa… bueno, le diré una noticia buena y una mala. La buena es que esta viva. La mala es que… ¿reconoce usted a esta rubia despampanante que está a mi diestra? Posdata: nunca se fie de un loco. Adiós.
Bum.

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