miércoles, 24 de noviembre de 2010

American Beauty

Jon pensó que algo muy raro estaba pasando. Los tipos se habían largado en un instante, precisamente cuando más ventaja tenían. No podía ser real. Los milagros no existen, Jon, se repetía a menudo: el ultimo que los hizo, un tal Suso lo crucificaron. Quizá… Se acercó sigilosamente a la puerta. Estaba cerrada. La habían cerrado en su huida.
Fue un instante.
Al otro lado se oyó un chasquido metálico.
Jon se fue al suelo.
Un segundo después la puerta estaba hecho un colador.
Joder, joder….
Jon apunto con su pistola e hizo fuego a través de la puerta, a lo que salga. Pero comprendió que no podía hacer nada (y su cargador estaba vacío) y se retiro reptando a un lateral. Se cubrió detrás de una silla. Recargó el arma, se situó bien y apuntó con su arma apoyando la mano en encima de la mesa. Si salían alguien…
Debía de estar soñando… No podía ser verdad lo que escuchaba….
Por debajo de la puerta se filtraba una música pegadiza, absolutamente fuera de lugar.
Juraría que sonaba una letra que conocía…
“Nos llevamos muchas cosas,
las bebidas, las gaseosas.

La salsita, las costillas,
buena carne en la parrilla
el carbón y el chuletón…”
¿Pero qué coño está pasando? Que cojones…
Y entonces lo comprendió todo. Porque comprendió que canción era. Comenzó a correr justo cuando del otro lado llegaba ya la letra, ahora amenzante…
“La barbacoa, la barbacoa.
Como me gusta la "Barbekiú".
La barbacoa, la barbacoa.
Como me gusta la "Barbekiú".
La puerta estallo en pedazos fuera de sus goznes cuando una figura de blanco la rompió de una patada. Jon no podía disparar desde este ángulo, y tampoco es que pudiera pesnar mucho más: la figura se retrajoo de nuevo hacia el punto ciego de la puerta , y de pronto un chorro de llamas salió en tropel en dirección hacia el frente. La letra de Georgie Dann se retorcía irónica sobre aquel infierno:
“Voy echando leña al fuego
y siguiendo con el juego.
Cuando quieren darse cuenta
las parejas se calientan
y no pueden esperar.”
- ¡Jon, maldito hijo de puta, pienso quemarte tanto que vas a dar pena en el mismísimo infierno!- gritaba el otro en éxtasis pirómano.
- ¡Te veré en el infierno, hijo de puta!- le contestó el otro a la desesperada.
El fuego alcanzó las cortinas y las hizo caer entre pavorosas llamaradas carmesí. Las mesas, los papeles, los libros de cuenta: con una rapidez pasmosa, las llamas a velocidad de autopista brincaban de un lado a otro con complete impunidad. Un cuarto de la habitación ya estaba en llamas en tres segundos, y el fuego comenzó a orillarlo. ¿Por dónde cojones iba a salir? La única puerta la ocupaba ese lunático. Y las llamas ya creaban un muro infranqueable… No podía pensar, el humo le estaba atosigando demasiado… Qué coño se suponía que debía hacer… El fuego crecía, en tamaño y en fiereza… El humo lo inundaba todo… Miro a las ventanas, desesperado… Quiso forzarlas, pero o estaban atascadas, o nunca se pudieron mover, quizás para mejorar la seguridad… mierda, joder mierda, mierda… Disparo a bocajarro. Una vez. Otra. Otra más. Joder, no se rompía! Rómpete cojones! ¡Rómpete!
No iba salir de aquella así. No. Una llamarada le aclaraba literalmente las ideas. Si tuviera pelo, empezaría a chamuscarse. Pero ahora tenía una idea nueva. Tenía muy poco tiempo… Con un salto se planto delante del extintor que quedaba vivo todavía… Era cuestión de segundos que el fuego le abrasará por completo…. Pero de algo tendría que servirle tantas horas jugando a videojuegos cuando era chaval… Con su brazo izquierdo lo arrojo contra la ventana… Salió rebotado del cristal… Su derecha disparo sobre el extintor.. Una explosión deshizo la venta, y rompió al fin-¡Al fin!- el jodido cristal .Los jodidos cristales rodaron por el suelo, y se clavaron en su jodida carne, pero ahora no era el momento de pensar en eso. Con gran agilidad, salto a la puta cornisa mientras la cortina de la ventana que acaba de cruzar se desplomaba entre llamas. Pudo por fin respirar algo de aire puro. Pudo sentir la brisa de la tarde de nuevo., Estaba vivo, joder. ¡Vivo! Miro a la habitación, que estaba convertida en un plato del Coloso en Llamas. El humo empezó a salir por la ventana como una negra nueve de desesperanza. Pero eso que cojones importaba aho… Se quedo con el pensamiento en la cabeza. No, no, no puede ser. No puedo tener tanta mala suerte. No, no ¡No me jodas! Pero no podía ser otra cosa. Debía de pensar que era un terrorista, a esta distancia… De una ventana que salga con una explosión, entre llamas, con una pistola… ¡Dios que no abran fuego eso tiradores del tejado. Sus armas le apuntaban. Veía el laser brillando, y cegado perdió pie y se descolgó, aunque en el último instante se agarro; los láseres estaban buscándole ansioso, tratando de posarse sobre él. Esto es salir de la sartén para caer en los francotiradores, joder. Un tipo sacaba un megáfono… Tenía que marcharse, si le hablaban los tipos de dentro sabrían que está vivo y vendrían a por él. No tenía tiempo, y ahora tampoco tenía extintores para explotar. El tipo encendió el megáfono… Con un esfuerzo supremo, se alzó a plomo sobres su cuerpo y volvió a la cornisa. En dos segundos, en dos pasos se metió por la ventana del baño, otra vez. Ya era como su segunda casa. Abrió el grifo tranquilo: afuera y con una habitación en llamas ya había afuera suficiente ruido como para que se oyera. Bebio tranquilo a tragos largos, se enjaugo la frente, se limio los brazos. El grifo dejo de echar agua de repente. Un ruido nuevo. Miro por el pasillo, bajo la puerta. Estaba lloviendo. Lloviendo. Claro, los sistemas anti incendios. Se debieron de conectar con el calor, el humo…
Una voz, una voz que conocía bien, le heló el alma.
-
- I´m singing in the rain,
just singing in the rain,
what a glorious feeling
I´m happy again…
- Hijo de puta, grandísimo hijo de puta- mascullo entre dientes cuando vio sus botas chapoteando entre los charcos que formaba el agua. La voz se acercaba por el pasillo, en un momento pasaría por delante de el para ir a la escalera principal. Saco la pistola. Ahora tendría su venganza. Era su hora. La hora de acabar con este hijo puta.
No podía. Iban dos más con él, los que no había matado antes. Si lo mataba ahora (podría hacerlo, eso si, disparando a través de la puerta) le matarían justo después. No podría entonces salvar a sus compañeros, ni a los rehenes, y al fin y al cabo todo lo que había hecho sería en vano. No podría hacerlo.
No podría.
No.
El hijo de puta se acercaba. Jon se mordió el labio de impotencia. Estaba tan cerca. Estaba tan lejos… Pero no hizo nada
Las botas desaparecieron de detrás de la puerta.
La canción se perdió.
Ya llegaría su hora. Tendrían un cara a cara antes de que terminase eso, no te preocupes. Canta lo que puedas ahora.
- Fumemos, dijo Nerón…- sonó el chasquido metálico de un mechero zippo, se encendió un buen habano, echó una bocanada- Y fumó solo, el cabrón.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Mystic and Severe

Karl May (si es que se llamaba si realmente) se atuso un bigote, se recolocó las gafas de sol y echó una mirada picara a una moza rubia de buen ver que tenía el placer de tener como rehén. Empezó a caminar con aire desgarbado, como siempre en el, moviéndose al son de una música inexistente, y taconeando el aire a zapatazos se abrió camino hasta su cercanía:
Con gran amabilidad le agarró la mano como si fuera una preciada fruta mientras se tocaba con la punta del índice el ala de su sombrero para dejar al descubierto su cara de reptil:
- Mi nombre es Bond…
La otra le miro entre aterrada y repugnada, pero le sostuvo la mirada.
- Sex… Bomb…
Y rápido como una liebre, su lengua voluptuosa se enrosco como una pitón alrededor de su muñeca y subió lenta pero cadenciosamente hacia su codo. Pero si iba a pasar a mayores no se llego a saber, porque el teléfono móvil que llevaba en el bolsillo de la chaqueta comenzó a sonar de forma estridente.
- ¡Es una pena, encanto, pero tendremos que esperar a otra ocasión para terminar lo que empezamos!
- ¡Hijo de puta!- le espeto la rubia a quemarropa.
- Soy un vaquero,¿ sabes?!Me encanta domar yeguas salvajes! Ya sabes lo que dicen;: primero las domas y luego las montas,¿ eh?
La joven, con un valor admirable ciertamente, intentó agarrarle la cara y arañarle los ojos, pero el otro ya había previsto su actuación por lo que la esquivo echando la cabeza hacia atrás, mientras con la mano derecha desenfundaba con enorme velocidad el enorme revolver. La mujer, retrocedió asustada, y el otro con notable desenvoltura apretó contra su seno izquierdo el arma.
- Veo que te impresionan las cosas grandes… Entonces nos llevaremos bien, no te preocupes.- y pasó el brazo libre por su cintura y la atrajo hacia sí:- Deséame suerte, cariño.- y la beso con fuerza, en un instante. Luego se separó y se volvió a uno de sus secuaces:
- Quédate vigilándoles. Si se ponen nerviosos, conecta el televisor que marca las acciones y habla con Christof para colocarles una peli porno.
- Ok, jefe- contestó entre risas.
- Petrarca- hablo por el intercomunicador- Estos hijos de puta tiene un tirador. Identifícalo y cárgatelo. Cuando antes mejor, ¿me has oído?
- Ok, boss.
- Tu, tu y tú- ordeno señalando con el revólver- ¿Habéis hecho lo que ordene?
- Si jefe, hemos reunido los guardias de seguridad y los hemos atado en esta habitación.
- Perfecto. Quedaos aquí fuera. Será un segundo.
Con una teatral patada en la puerta, entro de forma magistral en la sala de juntas. Los ojos de los diecinueve guardias apuntaran hacia él, ansiosos por conocer su destino. Con premeditada lentitud, busco en su móvil la canción adecuada para la ocasión. La estancia se lleno de la deprimente:
- “
Why can't we be friends?
Why can't we be friends?
Why can't we be friends?
Why can't we be friends? “
- Bueno señores, ya saben que algo se muere en el alma cuando un amigo se va.- se acercó a uno al ritmo de la música- Why… - canturreaba- La cosa es simple. Sois una puta mierda, las heces de este sistema capitalista desalmado que lleva a gente honrada como yo al robo, el estupro (que no sé muy bien que es pero queda cojonudo decirlo) y la desesperación mas absoluta. La cuestión, como supongo que estarán de acuerdo conmigo, es que, ahora que tengo a un gilipollas (amigo suyo por cierto, pero quizá no se bueno que me lo recuerden) pegando tiros; y unos cuantas subnormales tarados excedentes de la Guerra del Golfo, tocados con gas; no puedo perder el tiempo en prioridades no esenciales. Ahí fuera tengo cincuenta rehenes buenos de verdad, con apellidos compuestos y collares de diamante y perros con nombres de más de dos silabas; y como comprenderán, ustedes, pobres mierdas que no sirven para negociar, pero se pueden escapar y en teoría saben manejar un arma, son un oscuro objeto de deseos para los tipos que rulan por ahí. Lo siento, pero un hombre es lo que hacen de el las circunstancias. Y las circunstancias negativas son mucho más efectivas que las buenas. Bueno quizá no, pero quiero pensar que si. La cuestión es que ¿Miente o no el niño Jesús? Ah no perdonen, que eso no viene a cuento ahora. ¿Pero miente o no? No lo sé. Puede que nunca lo sepa. Es una vergüenza, lo sé. Pero ustedes, afortunados como son, van a poder hallar las respuestas. Casi les envidio. Quizá después de matarles me suicide. Es más, seguramente lo haga. Pero a lo que vamos. ¿Que prefieren para morir? Pistola, revolver, o fusil de asalto. ¡Vamos, digan, digan, no tenemos toda la tarde! ¿Tú qué prefieres pelirrojo? ¿Dios que indecisión!?¡Bueno, elijo yo! Cara, te mato lenta y dolorosamente! ¡Cruz, te mato de un tiro limpio entre ceja y ceja. Veamos... cruz. Bueno, esa no vale. Vaya, cruz de nuevo. ¡Qué mala suerte tengo! Cara, bien, bien, bien. PODEMOS. Vale, escojo la Uzi.- desenfundo el arma de su sobaquera- Un buen arma. Pueblo curioso el de los judíos. Mataron a casi todos en el Holocausto. Pero aprendieron entre otras cosas, a lo largo de la historia, a fabricar armas, que son instrumento de muerte, como los mejores. Bueno, nunca vacíe un cargador entero en una persona. Vas a ser el primero. Pero espera. Aunque la sala esta insonorizada, por si acaso voy a darle un toque más íntimo.- encendió un tocadiscos de los años treinta y coloco uno de boleros. Y con la inmejorable música del bolero de Rabel, apretó el gatillo a quemarropa contra aquel hombre.
Los casquillos caen uno a uno.
Las balas rompen una a una.
La sangre, a gotas, cae una a una.
Pero la muerte es solo una.
Pero aunque sea una sola, tarda mucho en llegar.
Otra bala.
Otra más.
Otra.
Karl May sonríe. Disfruta. Cada vibración le acerca a la felicidad. El color rojo del fuego le ilumina el rostro sonriente. Las explosiones restallan en el ambiente. Diecisiete balas ha tardado en morir.
Diecisiete. Pero sigue disparando.
El cargador cae.
- ¡El siguiente!
Pero a pesar de que disfrute, comprende que no puede tardar tanto con el resto. Bueno, lo bueno si breve… Con un fusil Akaban tardara menos. Los tipos patalean, lloran suplican, pero no les sirve de nada. Las esposas no ceden, pero los huesos sí. Pum ,pum, va cogiendo ritmo. Ahora es la velocidad precisa, la necesaria, la buena. Un cargador no es suficiente. Dos tampoco. Tres sí, pero gasta otro más. Salen baratos, después de todo.
Por fin termina. Comprueba que ni una gota de sangre haya manchado su esmoquin. El olor a pólvora y a cordita, a sangre, a lagrimas y orines le irrita, y con el pañuelo de seda bordado en la nariz sale de la sala triunfante.
- Honey, I am home! ¿Me añoraste? – dijo abrazando con fuerza a la joven- Siento haber tardado, pero soy un esclavo del trabajo. No te pongas pesada, ya lo hemos hablado miles de veces. No me pongas esa decisión entre mi trbajo y mi familia no puedo elegir, tu lo sabes. No, no te pongas así, no soy yo quien debe.. No, no hagas eso, no te pongas a chillar, no lo soporto. !Maldición! – Y CON SU MANO DERECHA DESCARGÓ EL PUÑO CON FUERZA.- ¡Oh, lo siento, cariño, no lo volveré a hacer! ¿Me perdonas? Ven bailemos, ven. Y la abrazó con fuerza. Ella no se resistió. -¡Música maestro. ¡-Y con la izquierda, por detrás de la espalda, conectó el móvil de nuevo.
- “ Paseando en tu jardín, mil mariposas,
Comenzaron a decir cosas hermosas,
La más bella de las mil,
Beso una rosa, y
Después se fue hacia ti,
Maravillosa…”
Y al son del Valls ambos danzaron por el amplio de la sala, mientras sacian círculos en el centro con sus pies. Y Karl apoyo su cabeza en el hombro de su compañera, y aspiro el aroma de sus cabellos y allí quedo unos instantes…
- ¿Christof, me oyes?
- Claro jefe.
- ¿Dónde está Jon, el guerrero americano?
- En la sala de personal. Ya se ha cargado a dos. A Unamuno y a Goytisolo.
- Joder, que hijo de puta. Bueno que se larguen, ya lo soluciono yo. ¿Qué hay de los otros saltimbanquis?
- Están a tiros con los grupos francés y americano. No les va bien, por lo que parece.
- Timen un tirador, así que cuidado. Bueno, me ocupo de Jon y voy para allá. Dame cinco segundos, ¿Vale?
- Claro, Boss.
- Yo conduzco. Ella me guía.-y saco su revólver. -Veamos de que están hechos esos cabrones. ¡Cabrones, vais a morir vivos!
Y con un chillido despareció escaleras arriba.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Malditos Bastardos

Los disparos cruzaban la habitación desde todas las direccione posibles o imaginables. De un lado, de la misma, separados pero cercanos y bien parapetados; los cuatro mercenarios, del otro estaban ocho bandidos.
Las mesas retallaban entre astillas y agujeros, los ordenadores y todo lo que había encima de ellas se desparramaba por el suelo entre gran estrepito.
Ocho contra cuatro son demasiada ventaja, pensó Rommel. Y los hijos de puta eran listos. Mientras unos disparaban, el resto se acercaba poco a poco por los flancos; acercándose y a la vez empujándolos contra la pared. Y con la potencia de fuego y la rapidez que tenían estos con esos cacharros, en poco tiempo el combate se decidirá a su favor. Tenía que hacer algo, pensar en un plan. Saco su subfusil FN-P90 (que a pesar de su tamaño y su sencillez era perfectamente capaz de atravesar chalecos antibalas) y comenzó a hacer ráfagas en abanico mientras gritaba por la radio:
- Contenedlo como podáis, tengo un puto plan para sacarnos de esta. Va por ti, Nabucodonosor. Tened cuidado, son muchos.
- ¡Ok jefe!- dijo mientras el sonidos de los disparos en ráfagas de su MG-3 tapaban su voz.- De por muertos a esos cabrones si se acercan demasiado.- y comenzó a recitar para sí- “Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos y veas caballos y carros, un pueblo más numeroso que tú, no tengas temor de ellos, porque contigo está Jehovah tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto.”
- Occisor, ¿me oyes?
- No puedo disparar jefe, ese puto cristal esta blindado.
- No importa, enfoca al hijo puta que se me acerca por el extremo. Cuando te diga dispara a ese hijo puta. Y según le alcances, tira una ráfaga en abanico hacia el interior. ¿Ok?
- OK jefe. Fijado y cargado. Usted solo deme la señal.
- Bien- Saco de su bolsillo una pequeña pastilla negra como un disco de hockey. Con su mano izquierda disparo al azar por encima de su mesa en horizontal, y con la derecha arrojo el disco contra la ventana más cercana. El disco giro y se pego como una ventosa por el interior; Rommel saco un controlador de su bolsillo y el disco comenzó a girar sobre sí mismo como una peonza; todo el cristal vibró a lo largo y ancho y una onda lo hizo oscilar y el aparato comenzó a chillar; en ese momento una explosión muy pequeña pero concentrada brotó e hizo pedazos el cristal… o quizá la bala lo reventase porque ese preciso instante el Barret canto desde el otro lado; y como un petardo puesto en un melón la espalda de aquel tipo reventó provocando un geiser de sangre carmesí, una costilla se astilló y la bala alcanzó el suelo; el bandido cayó aplomo y comenzó a gritar como un cerdo mientras arqueaba la espalda para que no tocase el suelo y pateaba inultamente el aire girando sin cesar; pero su grito se ahogo y se convirtió en un borboteo cuando la sangre subió por su esófago, en un gesto relámpago cerro la boca… para siempre mientras respiraba ansioso y la sangre, poco a poco se escapaba de sus labios cerrados.
- ¡Hijo de puta!- aulló otro desde detrás de otra mesa- y enfilo con su fusil a donde estaba sus rivales mientras preparaba el lanzagranadas de su arma.
- ¡A esta distancia no gilipollas! ¡Volaremos todos!
- ¡Me la sopla!
Pero no tuvo tiempo a hacerlo. Todos los restos de cristal que quedaba en la ventana volaron en pedazos en sucesión. Antes de que el bandido se diera cuenta de lo que pasaba(pero no así su compañero, que se salvó por una decima) su hombro derecho quedo literalmente colgando de un hilo cuando una bala reventó su clavícula; y aunque quiso apretar el gatillo vio con perplejidad que la mano no le respondía; fue entonces cuando comenzó a sentir dolor, dolor de verdad; y en ese instante miro al hacia el exterior de la ventana con amargura y mudo asombro; pero fue solo un instante, porque antes que pudiera comprender lo que había pasado; solo una decima(una decima)antes: su chaleco antibalas no pudo resistir su brutal impacto y comenzó a retroceder ; y apoyó sus manos( bueno su mano izquierda) en la mesa para no caerse, pero era inútil: ya el mareo se apodero de el, y un vértigo infinito; un vértigo que solo puede provocar la muerte le hizo caer entre nauseas. Y aunque juraría que estaba cayendo, solo pudo ya preguntarse porque, aunque el suelo se acercaba nunca llegaba a chocar con el….
- ¡Mierda, tienen un tirador! ¡Vámonos, vámonos, vámonos! ¡Fuego de cobertura!- aulló el que parecía estar al mando.
- ¡¿Qué hacemos jefe, los hostigamos?!- pregunto Nabucodonosor siempre beligerante.
- No, no déjalos escapar. Si los ponemos entre la espada y la pared podemos perder a uno en un disparo al azar. Y nosotros solo somos cinco. Ellos son veinte. A enemigo que huye, puente de plata. Esto está muy lejos de haber acabado así.
- Claro hay que ir poco a poco, utilizar la táctica del salami. Pero relajaos, hemos ganado este asalto- dijo Stalin meneando su gorra de plato de la RDA- Y bien merece un trago- y saco la botella de vodka de la gabardina y comenzó a pimplar de nuevo.
Todos salieron y descansaron un poco mientras inspeccionaban los cadáveres.
- ¿Qué era eso que tiro a la ventana, jefe?- preguntó Nobunaga.
- Un explosivo táctico diseñado para reventar cerraduras. Genera una explosión muy poderosa de tamaño concentrado en un punto. Al ser el cristal de la ventana tan amplio, se me ocurrió que si acertaba en el centro exacto podía volarlo en pedazos todo.
- -Que belleza- dijo Stalin empuñando un fusil Akaban- Casi estoy por jubilar mi viejo AK-47 por cogerlo a él. Pero las tradiciones son las tradiciones. – y contradiciéndose, lo agarro y se paso la cinta del arma por encima de su cabeza.- Mira hijo- le dijo a su viejo fusil- Este es tu hermano mayor, ¿Ves?
- No lleves eso. No comprendes que es porque Dios nos ama por lo que estanos vivos? Dios nos ha permitido vivir hasta ahora. No las armas. Pues está escrito: “Porque Jehovah vuestro Dios va con vosotros, para combatir por vosotros contra vuestros enemigos y para daros la victoria.” Deuteronomio (5:20:4 )
- Dime una cosa Nabucodonosor. ¿Porque si eres Israelí llevas un arma basada en el MG-42 que es un invento Nazi?
- Soy Israelí, no judío, gilipollas. Yo soy cristiano.
- Ah… Y te dejan matar al prójimo.
- Claro. Pues está escrito: “¿Quién es este que viene de Edom, desde Bosra, vestido de púrpura? ¿Quién es este de espléndido ropaje, que avanza con fuerza arrolladora? "Soy yo, el que habla con justicia, el que tiene poder para salvar."¿Por qué están rojos tus vestidos, como los del que pisa las uvas en el lagar?
"He pisado el lagar yo solo; ninguno de los pueblos estuvo conmigo. Los he pisoteado en mi enojo; los he aplastado en mi ira. Su sangre salpicó mis vestidos, y me manché toda la ropa.
¡Ya tengo planeado el día de la venganza! ¡El año de mi redención ha llegado!
En mi enojo pisoteé a los pueblos, y los embriagué con la copa de mi ira; ¡hice correr su sangre sobre la tierra!" Isaías 63:1-4,¿ no está escrito también acaso que el que no está con nuestro señor desparrama?
- ¿Ah, sí? ¿Y eres tú el encargado de enviarlos al infierno a que Dios los seleccione? Claro, eso debe de ser porque no conociste varón ¡No?
El enorme israelí descargo con un rugido de rabia su puño sobre el estomago de su contrincante, derribándolo sobre el suelo. Como un oso, se abalanzo sobre él, pero antes de que nadie pudiera hacer nada estaba completamente rígido:
- Adelante, monaguillo, hazlo si te atreves- sonreía Stalin encañándolo con su Tokarev contra las costillas.- Vamos, da un paso y te envió con tu Dios en billete de primera. Vamos hombre, ¡Que más te da!¿ Vas a dejar este jodido mundo por el paraíso, no?!Hazlo, cojones! !Hazlo!
- Déjalo, Stalin. Hazlo por las buenas.
- Ni lo sueñe jefe. Llevo toda mi vida esperar a cargarme a este tipo.- dijo empuñando mas firmemente la pistola.
- No lo vas a hacer por dos razones. La primera es que si lo fueras a hacer, ya lo habrías hecho. Y la segunda- le apuntó con su arma a la cabeza-. Porque si lo haces te vuelo la tapa de los sesos.
Todo quedo suspendido en un instante tenso. Nadie se movió. Nadie dio el primer paso. Nadie quería hacerlo. Finalmente fue Rommel el que se movió, dejando de apuntar a Stalin. Ahora la pelota estaba en el tejado de este. Con un movimiento lento y pausado, finalmente aparto el arma de su contrincante. Nabucodonosor hizo un gesto conciliatorio y se incorporo. Stalin muy lentamente se levantó y se recolocó su raída gabardina marrón. En ese momento un segundo golpe le hizo desparramarse por el suelo. Rommel levanto el arma y encañono a… Pero un disparo resonó en el ambiente. La Tokarev había hecho fuego. Nabucodonosor se desplomó con las manos en el estomago.
- Te dije que no lo hicieras, amigo.
Rommel se giro hacia él.
- Ya te dije que no hagas eso. A pesar del chaleco duele un huevo y parte del otro. Y le has costado el …
- Puede coger otro, el que lleva el de reserva. De todas formas, contra estos pepinos no sé si servirá de mucho.
- Siempre es mejor que no llevar nada. La posibilidad de…
- Estas muerto, hijo de puta- bramo con un hilo de voz desde el suelo el susodicho.- Muerto. En cuanto me levante…

- Buenos días- chilló un viejo conocido a sus espaldas. Una bandera blanca se asomo por la puerta.- Les invito cordialmente a rendirse y deponer las tranquilamente o los vuelo en pedacitos. PE-DA-CI-TOS, Tienen diez segundos.,
- ¿Quieres nuestras armas?! Ven a cogerlas!- le espetó Rommel a bocajarro. Todas las armas enfocaron la puerta.
- No me dejan elección.- contestó la voz. –Que conste que lo advertí.
Entonces la bandera blanca comenzó a penetrar mas y mas en el campo de visión (dado que la puerta estaba en un lateral recogido, no visible desde su posición) y vio que estaba dispuesta como si fuera una bayoneta en un fusil. Pero solo un palmo del cañón, nada más entró.
Los mercenarios rieron a carcajadas.
- ¡Entra, valiente!
- Que conste que se lo advertí.
Para pasmo de todos, el cañón del arma comenzó a doblarse a velocidad de película de suspense. Y vieron que no era un fusil, o que tenía otras utilidades. La risa se les acabo cuando una pequeña llamarada disparo directo hacia ellos una granada del tamaño de un puño.
- ¡Corner Shot, lo último en tecnología para matar israelí!- chillo triunfante.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Robocop

Jon siempre fue un tipo listo. Un tipo muy listo. Por eso sabia como aprovechar el tiempo. Por eso no lo había desaprovechado en estos años a cargo de la seguridad del banco. Por ello ahora sabia donde estaban ubicadas todas las cámaras. Porque esto era un golpe muy bien organizado, pensó Jon . Y si alguien atacaba este banco, lo primero que debía hacer era tomar el control de las cámaras, que cubrían todo los ángulos posibles. Ellas eran la información, y la información era poder. En este caso sería lo que decidirá el éxito y el fracaso. Y para estos tipos el fracaso era la muerte. Pues bien, ahora debía de luchar contra ellas. Y ahora debía pensar, idear un plan. Y enseguida se le ocurrió uno. Divide y vencerás, decían los romanos. Ellos eran muchos. El uno solo. Pero podría utilizar la cabeza para equilibrar la balanza. Sabía que en el baño de señoras no había obviamente cámaras, pero a la vuelta de la siguiente esquina, si. Pero sabía que a ese pasillo podría llegarse desde dos sitios, pero desde abajo solo desde uno: una escalera que describía un ángulo. El sitio perfecto: lo que tenía que hacer era simple. Como un simio se descolgó otra vez por la cornisa, y volvió al baño de caballeros. Cruzó el pasillo como una exhalación pistola en ristre: apenas vio la cámara lá destrozo de un tiro. Eso los alertaría fijo. Vale ahora en esta zona estaba ciegos: la otra cámara estaba en el ángulo de las escaleras que ascendían hacia la sala de los empleados. Miró el reloj. Era gente entrenada, dos minutos, bueno, mejor pensar en que tardarían uno o menos. Quizá menos. Tenía que aprovechar el tiempo. Carpe Diem, aprovecha el día, que decían los romanos. Como una exhalación volvió a correr hacia la escalera, Vio la cámara, calculo el ángulo, se situó en un buen sitio, afuera del alcance del visor; pero a la vez con un buen ángulo de tiro. Se acomodo, apoyo el codo en la rodilla y centro la mira. Hizo coincidir su respiración con un movimiento compensatorio del brazo.
La Beretta también respiraba, y el aire que resoplaba por su cañón parecía clamar su sed de venganza con su metálica y chirriante voz. Podía imaginarse al tipo vigilando por las cámaras por si escapaba escaleras abajo, deseoso de poder ver algo, de sacar las cámaras de sus goznes y empujarla por el pasillo, ardiendo en el infierno de la duda. Contó los escalones. Diez desde su punto de vista. La otra escalera era simétrica. Si era, simétrica, lo acababa de recordar. Diez escalones también. El primero que iba a morir tardaría veinte escalones. Veinte segundos para el infierno lo separaba de su primera víctima. Sus deseos de venganza se agolpaban en la boca, lo hacían respirar nervioso, como si le faltara el aire, su corazón se convirtió en loco tambor. Era la hora de la muerte. Hijo de puta. Y entonces escuchó los pasos. Uno dos tres pasos. Silenciosos, cadenciosos, disimulados, pero inconfundibles. Y oyó a sus enemigos. Así a ojo, parecían ser cuatro. Cuatro candidatos a la justicia implacable del plomo.
El hombre que iba a morir subió las escaleras con cuidados. Una, dos, tres escaleras. Jon no podía verlo todavía, pero podía sentir sus pasos, sus respiraciones y contaba mentalmente.
Cinco, seis, siete, ocho.
El hombre que iba a morir se tomo un respiro. Miró por encima del arma con desconfianza. Pero no vio nada. Jon tampoco podía verlo todavía.
Nueve. Diez… si, diez pasos. El hombre que iba a morir corrió a la esquina del rellano y apunto con su arma en el ángulo contrario. Mientras sus compañeros esperaban más atrás. Pero el hombre que iba a morir no vio nada. No vio nada, porque dese ese ángulo, justo debajo de la cámara era imposible discernir a su objetivo. Apuntó en abanico dos veces, una a cada lado, de forma muy lenta; pero no vio nada. Hizo un gesto con la mano izquierda a los otros; y comenzó a subir las escaleras.
Once.
Doce.
Trece.
Blam. El segundo de la fila se sobresalto al escuchar un ruido, pero si pudo hacerlo fue porque el primero de la fila había muerto. El hombre que iba a morir murió. Un tiro limpio, entre ceja y ceja. La bala ensangrentada estallo en la pared. El rimero se derrumbó escaleras abajo, en una postura imposible, todo retórica sobre sí mismo, hasta llegar al rellano y caer en postura fetal.
Al principio no sintió nada cuando apretó el gatillo, nada en absoluto. Pero el sabor de la victoria empezó a engalanarle la boca. Jon se sonrió. Que te jodan, hijo de puta. La sensación de triunfo le embargo por un instante.
Pero en ese momento comprendió que había cometido un error fatal. Había perdido un segundo. El otro no necesitaba más que eso para matarlo. Con un grito de furia- o quizá de miedo- su arma cantó en su dirección; Jon dejo de sonreír al instante al comprender que estaba muerto… Cerró los ojos… Espero…y si no hubiera sido por su mala posición, Jon hubiera muerto. Dos balas simultáneas se estrellaron a tres centímetros escasos de su frente, al derecha. Como un león salto hacia el suelo en plancha. Una decima después una ráfaga destrozaba la pared en horizontal. Se frenó y sonrió con su ventaja de nuevo: si querían subir por esa escalera podía atarlos de uno en uno según asomaran la cabeza. Con su Beretta aulló de triunfo mientras su diestra empuñaba su culata con verdadero placer. Pero al igual que antes, le sonrisa le duro un instante. Comprendió que el rival puede ser igual de listo quer uno mismo. Que podía morir si se pasaba de listo. Y que ya había cometido un error antes. Y lo había vuelto a cometer. Y recordó una frase del instructor: la vida no da segundas oportunidades. Y pensó que estaba muerto. Y todo ello lo pensó cuando escucho un sonido delator, y vio una granada explosiva rebotando en el techo y descendiendo en ángulo agudo sobre su cabeza. Fue cuestión de una decima, pero se levanto como un rayo y salto todo lo rápido que pudo… pero sus pies no tocaron suelo. Una gigantesca sensación de vértigo bloqueó su mente y le privo de sus sentidos, y debería haberle agradecido ese favor a su cerebro, porque inmediatamente fue sostenido en el aire y arrojado como una títere al que le hubieran cortado las cuerdas por todo el pasillo, rebotando con su cráneo contra una pared y otra y finalmente salió despedido hacia la habitación de personal. El no oía nada ni veía nada, pero recupero como pudo la compostura, y no sabía si era su propia locura o no, pero juraría que había ¡oído una explosión cercana y lejana al vez, porque tenía los odios embotados; pero parcia venir del propio suelo. Con la pistola tan fuertemente empuñada que parecía que iba sangrar y como un borracho; comenzó a cojear entre las mesas y las sillas, pero le costaba demasiado andar y cayó pesadamente al suelo tirando todo el contenido de un escritorio von gran estrepito. Apoyó todo su cuerpo en la mesa, y con un buen movimiento saltó hacia el otro lado de ella y se quedo tirando, mirando por debajo de su faldón delantero pistola en ristre. Aunque no podía de momento, ni soñar con disparar en su estado. El arma subía bajaba como si tuviera vida propia y Jon no podía domarla. Tomo aire. Esperó. No tenía salida y lo sabía.
Escucho o masa bien sintió por las vibraciones del suelo que ya llegaban el resto de esos cabrones. Estaba acabado, Había sido un gilipollas al final de todo. Que les follen a todos. Si estaba acabado iba a llevarse al otro barrio a unos cuántos de ellos consigo.
Ellos dudaron, porque de primeras no vieron a nadie. Se abrieron en abanico y gritaron en perfecto español:
- Entrégate Jon y te perdonamos la vida. Pero si tenemos que cogerte, te juro que te reventamos los sesos hasta que podamos beberlos en zumo. ¡Entrégate!
Jon sabía que no debía hacerles caso, Eran palabras llenas de odio. Odio por haberle matado a su compañero. Odio porque podría matarlo a él. Odio porque no debería haber pasado esto, porque ellos lo tenían todos preparado, porque ellos se creían invencibles. Pero odio porque no sabían dónde estaban, también. Odio porque sabían de sobra que no iba hacerles caso. Odio por miedo, miedo a que todo los planes se fueran a la mierda al primer disparo.
Si hubiera querido rendirse debía de haberlo hecho de primeras, cuando no corría ningún riego, no ahora que se había cargado a uno de ellos. En cuanto se rindiera lo matarían a balazos allí mismo. Ahora tenía que llegar hasta el final, quisiera o no.
Eran tres. Seis pares de botas. Uno de frente dos a los lados. De mesa en mesa, de cobertura en cobertura, andando de cuclillas con sus armas en ristre. En combate cerrado hubiera sido más útil un subfusil, pensó Jon. Pero ellos no habían tenido en cuenta la posibilidad de luchar por el interior. Y el arma, con respecto a los del interior era más para acojonar que un verdadero instrumento de combate.
Ahora que ya podía pensar mejor, saco el cañón de su arma por debajo de la mesa. Unos pies se le acercaban mucho… A esta distancia no podía fallar. Su vida… BLAM, BLAM, BLAM.
Con un grito de dolor, el bandido se derrumbo como un saco de patatas retorcido de dolor:
- ¡Hijo de puta!- aulló mientras disparaba en lateral su fusil.
Las balas reventaron el escritorio por todas partes, y saltaron astillas y trozos de ordenador por todas partes, pero al disparar sin apuntar aun a esta distancia, no alcanzó a Jon de milagro. Jon se fue el suelo, y de lateral como el otro hizo fuego.
BLAM.
No hizo falta más que una. El disparo le reventó los dientes, le secciono la lengua, le reventó la nuca. Con los ojos en blanco, el arma se soltó de su mano y cayó al suelo.
Jon debía ser rápido y disparo al aire dos veces. Eso asustaría a los otros, harían que no se acercasen. En efecto los otros, que se habían acercado con las armas listas, se tirano detrás de una mesa. Ahora era dos para uno, pero uno so de ellos tenia demasiada ventaja con su fusil. Intento alargar el brazo para coger el del que había caído… Pero una ráfaga encima del cadáver- que le empaño los ojos en sangre- lo evito. No eran tontos, los otros sabían que no podían dejarles coger el arma. Mierda, mierda.
Balas barrieron la mesa por encima y le arrojaron papeles, bolígrafos y carpetas encimas, con los restos de un ordenador. Estaba atrapado y él lo sabía.
Jo saco la pistola por un lateral e hizo fuego tres veces. Los disparos cesaron, pero comenzaron desde el otro ángulo. Se acabo. Agarró la silla que estaba en el suelo y la arrojo con fuerza por encima de su cabeza. No haría nada, pero al menos los distraería un segundo. Salió por un lateral rodando y se parapetó detrás de otra mesa. Sin pensar en el milagro que estaba pasando, saco la pistola por un lateral y abrió fuego de nuevo, dos veces más.
Pero nadie respondió, No paso nada. No había nadie en la sala, con él.
¿Qué coño…?

domingo, 7 de noviembre de 2010

Payback

- Chicos preparaos, vamos a entrar a saco ahí dentro.- les informó Rommel.
- ¿Es que existe otra forma de entrar?- preguntó Nabucodonosor. Con un gesto rápido puso u n cargador a su ametralladora de asalto.- “Y haré en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira; y sabrán que yo soy Jehová, cuando haga mi venganza en ellos.”- le quitó el seguro al arma.- Ezequiel, capítulo 25 versículo 17.
- Existe otra: por la puerta principal. Pero para eso hay que estar borracho- y Stalin le metió un trago a una botella de Vodka que llevaba en la gabardina- y tu solo bebes vino de misa, ¿Verdad?- y soplo el alcohol mientras ponía una cerilla delante de los labios. Una llamarada rozo la cara de Nabucodonosor.
- Ten cuidado donde pisas, ateo de los cojones. Una bala perdida con una ráfaga de las mías no sería nada raro.
- ¡Chicos dejaros de gilipolleces!- les interrumpió Rommel- Hoy necesito tanto a los ateos borrachos como a los meapilas de la asociación del Rifle- y desenfundó su pistola y les apuntó a los dos alternativamente- Tu, Nobunaga rastrea la señal para ver si las puedes captar. Quiero saber cómo se comunican allí dentro esos cabrones.
- Ok.- contestó. Saco una pequeña antena y la coloco al lado del portátil y se concentró en la pantalla.- Cinco segundos.
- Perdone- se le acercó el llamado Luis, el que quedaba al mando ahora- ¿Cómo sabían lo que se cocía aquí? ¿Cómo llegaron tan rápido?
- Bueno, piense que nosotros vivimos de esto. Acabamos de venir de Irak, cansados de pelearnos en todos los putos desiertos del mundo contra terroristas de todo el mundo; y queríamos tomar un descanso. Pero apenas llegamos nuestras redes descubrieron que se tramaba algo gordo. Por muy bien que se hagan los preparativos siempre quedan pistas. Y alguien estaba acumulando material de guerra de primera; y peligrosos criminales se estaban juntando. Era previsible que algo fuera a pasar, y llevamos un tiempo pinchando las emisoras de la policía a la espera. Al final parece que acertamos.
- ¿Eso es un delito, lo saben, no?
- No se preocupe. Tenemos buenos contactos con los jefazos de la OTAN. Nos deben muchos favores, se lo aseguro. Nos hemos cubierto de mierda hasta el cuello por salvárselo a ellos. Estamos muy protegidos. Demasiado quizás. Temo que un día quieran quitarnos de en medio. Pero esa es otra historia.
- ¿Conocen a ese tipo?
- No los habíamos visto en nuestra vida, y eso es increíblemente extraño, créame. No está en nuestras bases de datos. Y este golpe no lo ha preparado un cualquiera, eso fijo. No sequien es, pero esto esta planeado y montado de vicio. Es probablemente uno de los tipos más peligroso que he conocido en mi vida.
- Bueno, tiene una hora para detenerlo, esa son las ordenes.. Luego ordenara que comience el ataque a gran escala, y si vuelve Gregorio, lo hará él. Una hora para entrar y salir. No se pueden equivocar. Es muy poco margen. Y luego están os rehenes.
- Ya se lo he dicho: a mí no me importan los rehenes. Yo actuó como si no estuvieran. No es mi culpa que estén en esa situación, y si me matan a mi no mejorara su posición, más bien al contrario. Un cuerpo humano, por muchas películas que vena, no para una bala. No sirve más que como obstáculo moral. Y para alguien (algunos) que la perdimos hace tiempo, que convivimos con la muerte contra tipos que son más listos y más sucios, ¿Sabe lo que significa los rehenes en la balanza? Nada. Usted imagine que todos actuaran como yo: piénselo por un instante. ¿Sabe lo que pasaría? Yo se lo diré: al principio moriría un montón de rehenes. Pero luego no morirían más porque nadie los tomaría, porque no sirven de nada. ¿Cómo salimos ganando? Yo lo tengo claro.
- Puede ser - pero no lo decía muy convencido- Pero ¿Cómo pretenden entrar?
- Lo estoy pensando. Necesito algún dato más. Pero ya tengo una ligera idea. Se lo diría, pero es mejor que no lo sepa. Podría tener algún tipo de escucha, y no lo tengo afinado al cien por cien.
- Tengo una duda, si me permite ser franco. Se lo voy a exponer así: hay un ataco muy bien organizado, que no tiene flecos sueltos, donde parece qué esta todo previsto, y de pronto llega usted y su banda de la nada; la pregunta es:
- ¿Quién les asegura que no seamos sus cómplices? Bueno si lo piensan bien no tiene mucha lógica. Si fuéramos cómplices lo mejor sería que nos quedáramos aquí; para informales de sus movimientos. Entrar allí y quedar sitiados con ellos… No lo veo muy claro cuál sería el objetivo. Pero si quiere quedar convencido mire esto- le mostró una foto de una noticia de periódico.
- “El famoso terrorista iraquí, El-Hakkoui resulta muerto en un enfrentamiento con las tropas de la coalición en las afuera de Bassora”- leyó en el pie de página. – ¿Si, pero que pasa?
- ¿Cómo tiene la mano derecha?
- Pues… parece que le falta un dedo- contestó acercándose la foto a los ojos.
- ¿Y que se cree que es esto?- le dijo Rommel tirándole un pedazo de algodón envuelto.
- ¡Dios!- dijo al abrirlo.
- ¿Bueno, Nobunaga, que tenemos?
- Tiene señal propia cifrada, como nosotros. No la podemos penetrar desde aquí. No al menos en un tiempo “razonable”. Y depende que como lo hayan montado, puede que ni podamos hacerlo. No estoy seguro. Esos tipos son buenos, jefe.
- Me lo imaginaba. Occisor, gritó- por el auricular. -¿Has visto al tirador?
- No, jefe. – silbó una voz de serpiente. –He buscado los mejores ángulos desde aquí, pero no parecía estar en ninguno de ellos. Yo creo que se ha escondido ahora.
- Vale, es también lo que creo yo. De todas formas, cúbrenos, vamos a entrar ya.
- Ok.
Rommel agarró una lanzagranadas y grito:
- ¡Vamos allá, chicos!- y abrió fuego contra la fachada principal. El proyectil proyecto una parábola perfecta y estallo justo en el ventanal de enfrente. Los cristales no resistieron y cedieron al empuje, restallando por todo el interior.
- ¿Pero esta usted loco?¿Los acaba de alertar, joder?
- ¿Eso cree? Esos tipos se creen muy listos. Para ellos una señal tan clara es que vamos a entrar por el lado contrario. Ahora todas las cámaras apuntan hacia el otro lado. Y las del otro lado están jodidas por la explosión. Se darán cuenta del engaño, pero tardara unos segundos. ¡Vamos allá!
Se acercaron a la verja todos en grupo, pero Nobunaga y Stalin llevaban una especia de pinzas como de batería del coche.
- ¡A la de tres, una dos y tres!
Ambos conectaron a la vez las pinzas a la verja.
- ¡Ahora!- con movimientos increíblemente ensayados treparan verja arriba, y saltaron al otro lado con increíble presteza.
- ¡La valla estaba electrificada!- grito Rommel desde el otro lado al sorprendido Luis- Lo más importante no nos lo dijo el muy cabrito. No es tonto. Nos vemos.- y le hizo el saludo militar a modo de despedida.
Como movida por un resorte, una gigantesca ametralladora automática giro sobre sus goznes rápidamente hacia ellos. La sombra de la muerte se dibujaba detrás de su gigantesca mole. Sus chirridos metálicos sonaban a campanas fúnebres. Pero algo se movió del otro lado de la valla, algo cerca de ella y grande que cayó pesadamente al suelo; y la ametralladora giró de nuevo sobre sus goznes al presenciar esta nueva amenaza; mucho más cercana y por lo tanto mucho más peligrosa. Pero no vio nada de remarcable y no abrió fuego, y cuando volvió a apuntar a los recién llegados ya no estaba allí, estaban cruzando el campo a grandes saltos, dispersos los unos de los otros, esquivando loas jardineras y setos donde podría haber explosivos a distancia escondidos. Rommel pensó que pagar quinientos euros a un tipo para que arrojara en ese instante el cadáver del policía muerto por encima de la valla había sido un buen negocio. Con una enorme velocidad, en apenas unos segundos estaban bajo los ventanales rotos del segundo piso. Ya saboreaban la victoria cuando su esperanza se vino abajo:, al oír el familiar sonido de los altavoces exteriores:
- ¡Ding, Dong, Ding!!Se ruega a los gilipollas que se intentan colar por los ventanales rotos del segundo piso que no lo intenten, o recibirán una severa reprimenda por el padre superior! ¡Gracias!!Ding Dong Ding!
- ¡Mierda, nos han pillado, nos vamos!- rugió Rommel.
Con gran velocidad, como si lo hecho hasta ahora no tuviera ningún valor, todos dieron la vuelta a todo correr.
- ¡Alto!- ordeno Rommel cuando apenas llevaba diez pasos- ¡Volvemos!
- ¿Por dónde?- pregunto alguien.
- Por el mismo sitio. Es lo único que ellos no esperarían. Vamos allá.
Y otra vez, con gran velocidad se plantaron ante los ventanales, Nobunaga disparo un arpón a al techo y en treinta y siete segundos estaban todos en la azotea.
Lo de ahora había sido muy fácil. Ahora venia lo difícil.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El Séptimo Sello

- ¿Pero quién son ustedes? ¿Y qué pretenden?
- Ya se los hemos dicho, somos unos un grupo de mercenarios especializados en estas situaciones. Somos cinco: Stalin, nuestro experto en guerrilla urbana, Nobunaga, nuestro informático, radio y hacer y experto en combate cerrado; Nabucodonosor, nuestro hombre de apoyo pesado; y yo, el de los planes que salen bien; aquí presentes. Y si aceptan el trato, vamos a detener (o a matar, según el precio) a ese gilipollas.
- Pero no dijo usted cinco. Aquí solo están cuatro.
- Sí, porque el que falta es Occisor. Es nuestro francotirador, y ya está en posición. Saluda, Occisor.
Un rayo laser paso por los ojos de Gregorio y lo dejo ciego unos instantes.
- Así saluda Occisor, que le vamos hacer. Y anos ha dado más de un problema.
- Pero… ¿Ustedes conocen a ese tipo? ¿Quien cojones es ese lunático?
- No, no lo conocemos de nada. No está en nuestra base de datos.
- Pero ustedes dijeron antes que…
- La forma más rápida de pasar era decir que lo conocíamos, dado que sabíamos que no tenían ni idea de quién es. Eso os permitiría llegar hasta usted con rapidez.
- ¿Y como sabían que no sabíamos quién era?
- No es difícil escuchar sus conversaciones por radio si están en línea abierta sin cifrar.
- Ya. ¿Tiene algún plan para entrar allí?
- No. ¿Cómo voy a tener un plan si me acabo de enterar de lo que pasa?
- ¿Y cómo pretender entrar entonces? ¿Llamando al timbre?
- He dicho que no tengo un plan. No que no lo vaya a tener. Deme cinco minutos y la situación.
- Bueno, ese tipo está encerrado allí dentro con los rehenes.
- Sí, eso ya me lo imagino. ¿Qué más?
- Tiene a cuarenta miembros de su banda con él.
- ¿Eso lo ha dicho el, o lo han visto ustedes?
- Lo ha dicho él.
- Entonces tiene a veinte. Siga, por favor.
- No podemos acceder por el jardín porque lo ha minado.
- Eso es mentira. No ha minado el jardín. ¿Qué ha dicho, que lo ha minado con mimas castradoras?
- Sí, eso es- respondió sorprendido.- ¿Como sabe eso?
- Primero, porque el edificio tiene un jardín de un cuadrado cien por cien de largo, dentro del cual está el banco que mide lo suyo. ¿No? Pues a mí me salen que cien por cien son diez mil metros cuadrados. Aunque restemos el área del banco en sí,¿ qué queda? ¿Cuatro, cinco, seis mil metros cuadrados para minar? ¿En tan solo unos minutos? Un poco jodido, ¿no cree? Lo de las minas castradoras lo dijo para que acojone más, que no sé porque acojonan más que las normales, que simplemente matan. Es un truco muy viejo. Supongo que pondría tres o cuatro minas, o quizá ni eso. Quizá solo pusiera algún explosivo con control remoto para explotarlo si ve entrar a alguien y decir ¿Veis como estaba minado?
- Bueno, ha puesto cuatro ametralladoras automáticas en las cuatro esquinas.
- Eso es un contratiempo serio, pero no insalvable. Es cuestión de calcular tiempo y distancia para anularlas sin destruirlas. Siga.
- Ha dicho que tiene tiradores con rifles de precisión en varios ángulos.
- Vale, no sé si los tiene pero se me hace raro. Los buenos tiradores profesionales que acepten trabajos tan arriesgados, tan “directos” son pocos. Y si los informes no mentían, ¿son todos condenados a muerte en sus respectivos países?- el otro asintió con un “si eso dijo él”- bueno, los rifles Barret estilo militar son muy caros.- el otro asintió, la información era correcta según los expertos en balística- Parece que van bien de dinero, pero conseguir uno y entrenar en su manejo a un tipo es un proceso largo y penoso, Cada uno de estos tiene que estar muy bien escogido, porque no se puede perder todo ello en varios a la vez. Y el tiro fue muy bueno: el tirador es un crack. Demasiados factores. No sé, a mí se me antoja que tiene uno, dio un golpe de efecto y ahora quiera acojonarnos con que tiene más. Es una impresión mía, pero solo tiene uno. Aún así es un problema enorme y difícil, pero habrá que trabajar con él. ¿Hay algo más que deba saber?
- Dijo que si se ven obligados a rendirse se vuelan ellos, el banco y los rehenes.
- Siento disponerlo de manera tan fría, pero en mis cálculos no entran los rehenes. El los tienen en su poder. Si quiere matarlos, lo hará. No hay nada que podamos hacer en ese sentido. Eso no quiere decir que los vaya a matar yo, pero no puedo cambiar el plan por ellos. Además, no se pero creo que no se volarán si se ven forzados. Uno no suele tomarse tantas molestias en preparar algo para volarlo luego si sale mal. Los tipos como este tiene mucho aprecio a su pellejo como para hacerlo, se creen muy importantes. Los terroristas suicida, suelen ser anónimos, por definición. A mí se me antoja un truco, pero si no lo fuera, me es igual. La muerte en nuestro trabajo en siempre una posibilidad. ¿Algo más?
- Todo el perímetro está lleno de cámaras de seguridad. No se puede pasar sin ser vistos.
- Ya me lo imaginaba. En un banco de tanta seguridad. ¿Sabe algo del interior?
- Muy poco. Algún guardia de seguridad cuando entraron llamo a la policía, pero no aportaron nada nuevo, si no solo confusiones. Y calibrando las horas, pueden que fueran ellos mismos para desinformar. Así que como si no supiéramos nada.
- De lo que se deduce que el golpe fue extremadamente rápido.
- Si apenas, unos minutos. Están muy bien entrenados y organizados.
- Bueno, necesito diez minutos y…
El teléfono de Gregorio resonó de nuevo.
- No puede ser… Es el otra vez…
- Cójalo y póngalo en manos libres para que lo escuchemos todos.
- Buenos días. ¿Se acuerda de mí? Por favor no coloque el teléfono en manos libres, lo que tengo que decirle es algo muy personal.
- Es un truco- le susurró al oído Rommel. –So0lo quiere dárselas de listo para que vea lo apabullante de su superioridad, siga hablando como si nada.
- Claro.- hizo como si se lo llevaba al oído y lo volvió a dejar sobre la mesa.- Continúe.
- Bueno creo que ha tenido tiempo para pensar. Le voy a decir mi plan. Quiero que desmonte el dispositivo policial ahora. O me cargo a su esposa.
- No puedo hacer eso. Usted escaparía impune.
- Sería una completa pena, ¿verdad? Esa camita tan bonita manchada de sangre y de trozos de bucles rubios, ¿eh?
- Si lo intentará me destituirían. Y no me harían caso. Además ¿No fue usted mismo quien llamo a la policía? ¿Por qué quiera ahora que nos vayamos?
- Quiero demostrar al mundo como se hacen las cosas de verdad. Como juego con ustedes como si fueran marionetas. ¿Comprende? Su voz rezumaba odio por los cuatro costados- Karl May no bromea. No bromea ¿Lo entienden? Se lo dije a mi papá, pero no me hizo caso. Y eso que me lo dijo el niño Jesús, y el Niño Jesús ni miente? ¿O es que acaso miente el niño Jesús? ¿Eh, que dice? ¿Miente o no miente?
- No, claro… que no… miente.
- Es broma imbécil. En realidad yo soy pagano clásico. Yo creo que en Zeus, Hades uy Apolo, ¿Sabe? Son las únicas divinidades que matan violan y encimas aprendes filosofía de la buena. Pero esa no es la cuestión. La cuestión es ¿Miente el niño Jesús? Porque si no miente, y el dijo que yo no mentía nuca, si digo que usted es rubio, y usted no lo es, ¿estoy mintiendo o no? Es una respuesta difícil, ¿no cree? Tiene un montón de ramificaciones y conclusiones lógicas diversas. Como el argumento ontológico. ¿Usted lo conoce? Pues no tiene nada que ver con esto. A veces rezo y se le pregunto. Pero no me ha contestado nunca, ¿Por qué? ¿Usted lo sabe?
- No.
- Pues yo tampoco. Pero eso no es el caso. La cuestión es que le doy una hora. Si dentro de una hora exactamente no está desmontado el dispositivo vuelo a su esposa. Ale, hasta luego que tengo que pensar en el dilema del Niño Jesús. ¿Y no me interrumpa, esta claro?
- Bueno, ya lo han oído. Aparte de estar como un puto cencerro, tiene a mi esposa como rehén.
- Señor, sintiéndolo mucho hemos de seguir adelante con el plan. Si quiere, la matará igualmente, si de verdad puede matarla. Es un callejón sin salida. Aunque haga lo que pida, puede matarla igualmente. ¿Quién nos lo dice? Yo creo que el quiera un hora para montar su plan, Si de verdad quisiera hacerlo, podría darle diez minutos. Si estuviera loco de verdad, podría pedirle algo irrazonable, pero pidió algo razonable y calculo bien el tiempo. El sabe que si desmonta el dispositivo es para montarlo dos calles más allá. Lo sabe de sobra. Así no va a escapar. Y siempre quedaba la posibilidad de que usted no acepaste, claro. Creo que solo quiere desestabilizarlo, ponerle nervioso, no dejarle pensar; descabezar a su rival, en suma.
- Eso ya lo sé. Y se cual es mi deber.- se levantó- Así que solo le pido una cosa. Detengan ese loco. Yo me marcho a salvar a mi esposa. Es mi función. No podría quedarme aquí y ver como la matan. Y no puedo enviar a nadie a morir por ella, no sería justo. Tienen una hora para hacerlo, porque daré orden de que luego entren si la cosa no se aclara, o quizá si no vuelvo es que estaré muerto y me sustituirá otro. Adiós. -Y se bajo del camión. -Luis, quedas tú al mando hasta que vuelva, ¿conforme?
- Claro. jefe.
- Chicos,-dijo Rommel dirigiéndose a sus compañeros- ha llegado nuestra hora. Vamos allá.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Nosferatu

La veintena de guardias de seguridad empezó a descender por la escalinata principal de mármol con las manos sobre la cabeza, con ocho de los bandidos apuntándoles desde atrás, adelante y a los lados.
- ¡Aquí están jefe, todos estos paquetes!
El caballero de blanco dejo su portátil de nuevo y se acercó:
- Ponlos contra la pared. Lo divertido va a comenzar ahora.- y sacó su magnum de nuevo y comenzó a contar apuntándoles con ella:
- Uno, dos, tres… Diecinueve. ¡Falta uno! ¡Christof! Quien coño falta?! Mira las bases de datos! ¡Rápido!
- Claro, jefe, Procesando- al otro lado del auricular se escuchó una respiración pausada… Haber, yo creo que es Jon Rores Buendía, de veintinueve años. Su nombre es el único de los que me han pasado mis compañeros que no está allí prisionero.
- Puede que no haya venido a trabajar hoy, jefe.
- ¡Christof! Pasa mi voz a los altavoces de fuera, los del hilo musical, para que pueda hablar con la policía. Cuando termines, ponte a revisar las cámaras a ver si ves a ese hijo de puta. Si lo ves, me lo dices enseguida. ¿Ok?
- Ok.- se escucho el teclear de un ordenador- Cinco segundos.
El caballero de blanco le dio un trago a la botella que tenia al lado, y se concentro en el ordenador de nuevo. A su lado, uno de sus sicarios miró lo que estaba haciendo, que planes estaba tramando este jefe tan genial, o que nuevas estratagemas… pero si eso esperaba ver, se llevo una sorpresa, porque su amado líder solo disfrutaba de una partida al Video Strip Poker Deluxe, con ciento cincuenta chicas de lujo de todos los rincones del planeta. Guardo la partida que estaba jugando contra una morenaza de armas tomar, y cerró el portátil un segundo.
Mientras afuera, todo bullía en excitación. Más de un centenar de policías y otros agentes del orden montaban su dispositivo alrededor del edificio. El jefazo al mando, Gregorio, jefe de la división de situaciones con rehenes de las GEOS acababa de llegar en un furgón blindado y había montado allí su centro de mando, y ahora exhibía una actividad endiablada.
- ¿Quién está al mando?- se acerco un sargento de la guardia civil- ¡Informes! ¿Qué sabemos? ¿Qué coño está pasando ahí dentro, sargento?
- Es un atraco a mano armada. Tienen rehenes, y están armados hasta los dientes. Tiene francotiradores y…
- ¡Buenos días y bienvenidos hijos del rock'n'roll! ¡Desde el Banco Hermanos Rosemberg los que van a robar les saludan! ¡Estoy aquí para decirle como se juega a este juego señoras y señores!- todo el mundo se giro al oír la megafonía a todo volumen- Somos un grupo terrorista de cuarenta miembros y decididos a hacer historia, hemos tomado al asalto el mayor y más seguro banco de Europa; hemos cogido como rehenes a cincuenta ocupantes de lujo y a la treintena de sujetos que dicen llamarse guardias de seguridad que está aquí reunido y los hemos puesto contra las ventanas. Como de todas formas, los cristales están blindados seria perder el tiempo intentar disparar hacia las ventanas. No lo intenten. No piensen en atravesar el jardín, lo hemos minado con un remanente de minas castradoras de sensor infrarrojo que sobró del Kosovo. El único acceso que queda es el camino de grava hacia la puerta principal, pero tampoco se lo recomiendo: hemos dispuesto cuatro ametralladoras automáticas Metal Storm de 40 mm cubriendo las esquinas. Son el arma automatizada más perfecta del mundo, absolutamente geniales: sus cuatro cañones son a la vez cañón y recamara, porque lo que no tiene retroceso y desconoce el atascamiento por carecer de partes móviles, pudiendo disparar cualquier tipo de munición. Dirigidos por laser tienen una precisión mortal contra objetivos móviles, y no solo son capaces de disparar miles de balas por asalto, son capaces de atravesar el metal. Por si todavía tuvieran un plan, quiero aclararle que dispongo de tiradores selectos en varios ángulos preciosos con unos buenos rifles y que toda la zona del campo e interior esta videovigilada por cientos de cámaras de precisión. Por cierto: tampoco podrán excavar un túnel por que como ya sabrán contamos con un excelente grupos de sensores subterráneos dispuestos al afecto. Si de todas formas nos viéremos forzados a rendirnos, nuestro peculiar estatus nos dejaría una última opción: hemos reunido explosivos para mandarnos a nosotros y a vosotros y a media manzana de casas al otro barrio. O sea que no nos conviene enfadarnos, ¿vale? Ah, otra cosa. No hemos venido a negociar nada, así que no lo intenten o tendré que empezar a matar gente. Cuando hayamos terminado de hacer lo que haya que hacer, nos pondremos en contacto de nuevo. Mientras tanto, nos quedamos aquí, cada uno en su sitio. Buenas tardes y disfruten del momento: Carpe Diem, que decían los romanos.
- ¿Qué coño está diciendo…? – se giró a sus subordinados- sargento, verifique todo eso. Tiene diez minutos.
- A sus órdenes, señor.- saludo marcialmente y se despidió a todo correr.
- Quiero que tiradores cubran las azoteas de los edificios de aquí, aquí y aquí- dijo señalando en un mapa dispuesto ante él. – Quiero un perímetro doble de seguridad alrededor del banco. Quiero tener mapas exactos del interior y del exterior del banco. Y quiero que me identifiquen a ese sujeto, esa quien…
Pero todos callaron cuando el móvil de Gregorio resonó. Pero quien coño:
- ¡Buenas tardes!- resonó una voz muy peculiar, - ¿Te acuerdas de mi, cariño?
- ¿Pero quién coño es usted? ¿Y qué cojones hace llamando a mí…?
- Oh, la tecnología hace milagros. Sobre todo si mi coche que está ahí aparcado inocentemente sirve como faro de triangulación de señales. ¿Eh?
- Será hijo de…
- No lo intente, Gregorín. El coche está más lleno de explosivos que la casa de Bush.
Gregorio inspiro profundamente y aparto el auricular de su oído. Tenia que permanecer impávido totalmente, o estaría perdido. Tranquiolidad pensó:
- Bueno, dígame lo que quiere y acabemos de una vez.
- No hombre, yo soy un buen anfitrión: pregúnteme usted primero.
- ¿Cómo sabe quien soy…?
- Oh, es muy fácil entrar en los archivos de la policía si se dispone de un Hacker como el que yo tengo. Tampoco es que fuera muy difícil de ver.
- Vale. Quien coño es usted, y …
- Yo soy un americano. Y entonces resonó por detrás la voz de Bruce Springsteen, con su ya mítico:
“Born in the U.S.A.
Born in the U.S.A.
Born in the U.S.A.
Born in the U.S.A. “
- Yo no miento, se lo aseguro: soy un hombre sincero…- otra vez por detrñás se interrumpió la voz y se escuchó:

- “Guantanamera, guajira guantanamera…
Yo soy un hombre sincero, de donde crece la palma,
Yo soy un hombre sincero, de donde crece la palma,
Y antes de morir yo quiero echar mis versos del alma
Y antes de morir…”

- Oiga ¿Pero qué cojones me está contando?
- Oiga Gregorio Aldunate Álvarez, nacido en Tarrasa en 1953, licenciado en Derecho por Deusto con Cum Lauden, experto en Derecho Forense y Criminología por la Universidad Autonómica de Madrid y que entró en …
- Me sé de sobra mi currículum, créame.- dijo algo irritado por la apabullante superioridad que exhibía su contrincante.
- Bueno, pues le voy a decir algo. ¿Esta tarde su mujer esta vestida con un salto de cama rosa? ¿Duerme en el lado derecho de la cama? Por cierto déjame decirle que está bastante buena, si no es indiscreción.
- Pero…- una gota de sudor frío le recorrió la frente.
- ¿Sabe? Esta tarde esta echándose la siesta como siempre a esta hora. Muy bonita y sensual, quizá esperando que termine su turno. Puede que incluso sueñe con usted, y como hoy no ha tenido mandanga, duerma con el dedo metido dentro. Pero hoy no va a llegar a esa hora ¿Verdad? Bueno, yo no sé si llegará usted, pero si me contradice o intenta algo le puedo asegurar una cosa: con la micro cámara que la estoy viendo ahora mismo puedo volarla en pedacitos. PE- DA-CI-TOS. Sería una lástima después de todo, porque mujeres así no se ven muy a menudo. Así que ya sabe. Y no crea que porque me la este cascando ahora mismo no voy a poder vigilarla atentamente. ¡Ah! Y no la llame. Su teléfono esta pinchado. Ciao, y que duerma bien.
- No, no puede… ¡Espere!
Pero ya no hubo respuesta. Un montón de dudas asaltaron su mente como un ejército de fantasmas. No podía.. Debía parar todo esto. Debía… ¿Qué coño se suponía que debía hacer? Pero una mano en el hombro interrumpió su divagación de repente.
- Jefe, unos hombres desean hablar con usted.
- No tengo tiempo, dígales que se vayan a…- contesto muy nervioso.
- Jefe, creo que es importante. Dicen conocer a ese tipo. Dicen que pueden detenerle.
- ¿Pero quién coño son?
- Mercenarios, creo….- pero no hizo falta más presentación, porque cuatro individuos entraron de un salto en el furgón.
- Cazarrecompensas tiene como un aroma más romántico. ¿Verdad? Hola. Soy Rommel. Soy el líder del Grupo. Y no “podemos “detenerle. Vamos a hacerlo, por una módica cantidad, ¿Verdad, chicos?
Las cosas podría, evidentemente complicarse todavía más.