martes, 12 de octubre de 2010

Sin Perdón

Nos miramos fijamente, sin pestañear, como aprender a hacerlo a los actores de cine, para no perder ni una decima de segundo de respuesta. Esa es la diferencia entre la vida y la muerte entre nosotros dos. Nos medimos, giramos constantemente uno frente al otro, trazando círculos amplios, buscando un hueco, un despiste, una finta que nos coloque en ventaja para el golpe final, para matar a la mínima oportunidad. Es una verdadera guerra de nervios, para ver quien ataca antes, quien cae en el amago, quien comete un error, porque es muere. Si te retrasas en la reacción y el otro se adelanta, mueres. Si te adelantas pero el otro te ha esperado, mueres. No hay más opción .Es como un duelo del oeste, con el cargante sonido de fondo del puto tango. Allá voy…
Nuestros cuchillos se cruzan en el aire, y saltan chispas. Los dos hemos sido igual de rápidos. No hemos arriesgado ninguno de los dos. Que se arriesgue el otro a atacar a fondo, porque sabemos que si falla, muere instantáneamente. Pero yo llevo una noche de faena, así que me toca atacar de nuevo. Tengo que buscar ventaja… Con el pie, le atizo una patada a una piedra del suelo bastante gorda, y se la atizo al cuerpo, Haber si se despista. Pero resiste el dolor sin ni siquiera quejarse un poco, y ni por un momento aparta la vista de mi navaja, ni pierde su concentración. Sabe como yo, que la navaja va a ser lo que lo mate, y sabe que cualquier otra cosa sería una distracción. Nos quedamos mirando de nuevo, de nuevo en círculos. Pero ahora pega un grito… y retrocede un salto. Me ha ganado, porque yo me he tirado hacia adelante a apuñalarlo. He perdido. Le veo sonreír mientras espera para asestar el golpe final. He asestado el golpe donde estaba y dejado un hueco donde puede contraatacar… Pero en esta décima pasan muchas cosas, porque me reniego a perder así. Con un grito suelto la navaja, que vuela recta hacia su cuello. Dudo que pueda herirlo de gravedad, pero el tipo se asusta y la esquiva girando el cuello. Ha valido la pena, porque puedo retroceder vivo. El tipo se enfada por mi truco y se abalanza sobre mi cuchillo en mano. Levanto el puño para protegerme, pero el tip oes rápido. Su puñal cae sobre mi puño en oblicuo. El se sonríe pensando en que mi sangre fresca va a correr por la hoja cuando pierda mi mano derecha, ero se queda con un palmo de narices cuando oye un repiqueteo metálico y la hoja se detiene a escaso centímetros de mi puño cerrado. Y entonces comprende. Manual de lucha callejero, capitulo trucos viejos: utilizar las llaves como navaja en miniatura,: con un grito rápido le descoloco la hoja, y le intento arañar con ella. De su mejilla brota sangre, pero no he ganado nada mas, y es muy poco. Retrocede furioso, pero yo continuo, hago girar el llavero como un mayal y se lo tiro con toda la fuerza del mundo a su cara. El la esquiva, peo he ganado tiempo, he sacado mi segunda navaja y con un giro rápido me he cortado los cordones de la bota derecha. Cuando ataca, retrocedo y le pego una patada al aire, mi bota de puntas de acero sale volando hacia su cara, y a esta distancia, no lo puede esquivar con la pierna jodida. Rápido me desabrocho la otra de la misma forma, pero yo soy lo suficientemente listo para no utilizar nunca el mismo truco dos veces contra el mismo enemigo. Solo lo he hecho para o perder el equilibrio. Ahora puedo moverme más rápido y utilizar las piernas para pegar mejor.
Nos atacamos a muerte de nuevo, salta chispas, pero yo ahora no ceo. Gano por fuerza… con un grito de rabia, el ve como su cuchillo sale volando hacia el suelo, pero me he desequilibrado y él lo aprovecha para soltarme un codazo en la espalda que me tumba. Su pierna ágil de zapato de punta me revienta la nariz, pero yo amago con la navaja y el tipo se quita. Intento atacar con la navaja, pero el gira de nuevo como u torbellino y me sacude en la espalda. Pero esta vez se ha pasado. Con la herida de su pierna, aúlla y cae descompuesto por un segundo, yo lo aprovecho para saltar… pero me golpea la mano con el pie y me hace perder la navaja, Da igual. No era eso lo que tenía en mente. Con el cordón de la bota en mis manos le rodeo e3l ello, y colocándome a su espalda le estrangulo. Para que no tenga apoyo le levanto apoyando mi cintura en la suya y arqueando la espalda mientras grito:
- ¡Te voy hacer vomitar el alma, hijo de puita!
El no contesta, se pone morado, y comienza a patalear. Pero de forma absolutamente increíble, utiliza su pierna izquierda, que utiliza con un ángulo imposible, para reventarme en la espalda. Ese golpe no tendría mucho efecto si estuviera nuevo, pero ahora estoy muy jodido y le suelto sin poder evitarlo.
El tarda un segundo en recuperarse, segundo que yo aprovecho para recuperar la navaja. Nos quedamos frente a frente de nuevo, respirando y sangrando como cerdos. ¡Vamos ahora tiene que morir, no tiene armas!
Pero he subestimado a este tipo. Salta hacia un lado como una serpiente, agarra la guitarra por el mástil y la revienta contra la mano de la navaja. Mi mano se resiente del golpe, las astillas se clavan en ella y pierdo la navaja en el revoltijo de madera. Lo engancho con la otra mano, pero he perdido: a esta distancia no falla y con una patada lateral me rompe el estomago. Caigo como un caso de patas, y me levanto, pero me doy cuenta de que estoy acabado, Ataco como un zombi con un puño directo a su jeta, pero tan lento que me agarra la mano y me rompe la muñeca en una bien ensayada llave. Ignorando el dolor le ataco con la zurda, pero a esta distancia los errores se pagan y atacar así es una gilipollez. Con un golpe seco de su pierna me revienta la rodilla de lado. Fin de la historia. No sé ni como me levanto ni como me mantengo de pie, pero cuando lo intento de nuevo solo consigo otra patada en el plexo solar me que deja tosiendo en el suelo. Golpeo a ciegas por la sangre el sudor y el dolor, dejándome llevar por el odio. No doy una, y por mucho que salga en las películas atacar así es un suicidio. Me rompe una costilla de un golpe. No puedo más y me quedo en el suelo. Perdí.
- ¿Qué te pasa, amigo, ya no das más? ¿Te creías que era una película de Clint Eastwood, donde siempre gana el bueno?
- Eso no pasa en las pelis de Clint Eastwood, subnormal. Hay siempre gana el más rápido. El más…- toso sangre…- el más sucio. El más listo.
- Esta conversación es muy interesante, pero creo que se acabo.- agarra mi navaja- Un final muy apropiado, no te parece? ¿O quizás prefieras algo más personal, una pistola por ejemplo?
Blam. Suena un disparo. Se acabo.

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