domingo, 10 de octubre de 2010

The Big Gundown

Pero el está poco impresionado, y me tira una patada lateral que me hace saltar dos dientes; me mantengo en pie como puedo, y le lanzo la derecha hacia su cara; el tipo me esquiva bien, y me golpea con su puño en el sobaco.
- ¿Sabes? Jesucristo tenía razón, es mejor dar que recibir.
- “Pedid y se os dará, buscar y hallareis, llamad y se os abrirá” Mateo, 7, 7.
No contesta hablando. Con un movimiento muy rápido lanza la zurda contra mi esternón, y a esta distancian no puedo ni soñar pararlo o esquivarlo; pero en vez de retorcerme de dolor me rio porque sé que es la mía. Ha caído en la trampa que le tendía para que se acercase. Con un movimiento mil veces ensayado, hago girar como un relámpago la esposa de la izquierda (que para eso la tenia) y le engancho de la muñeca y la cierra sobre ella; estas jodido puto subnormal. Con una mano enganchada estas en mi terreno y no puedes utilizar tu maravillosa agilidad, ni tratar de esquivarme y pierdes la zurda. A esta distancia mi cuerpo y mi fuerza bruta marcaran una diferencia abismal entre nosotros dos, y no necesito más para mandarte al séptimo circulo del infierno.
Ahora el tipo queda desconcertado, y yo lo aprovecho. Amago el golpe con la diestra, el tipo se retuerce en la duda, y le sorprendo con un tirón de mi zurda. El tipo no va mal de fuerza, pero obviamente no es rival para mí. Le descoloco totalmente y no ve ni venir el cañonazo que le revienta media dentadura y le rompe la mandíbula de cuajo de mi diestra metalizada. Sangre y dientes vuelan por doquier.
- ¡Metalizar!- grito eufórico.
Antes de que pueda ni pensar, vuelvo a tirar de la zurda y ahora le toca el turno de pasar por chapa y pintura a su nariz. Se rompe en dos mitades exactas y un torrente de sangre empieza a brota a chorros. Pero resiste el dolor con una entereza que acojona y me revienta con el filo de la mano una buena hostia en la nuez. Me jode vivo. Pero no cedo y me enredo con él en el mano a mano a esta distancia, donde gano de calle. Sé que es la mía y tengo que aprovecharlo como sea. Intento engancharlo para hacerle una llave, pero él sabe mucho mas y es más rápido, así que me contra y cae sobre mí, apoyando sus puño en el estomago y su tacón en mis cojones. Con lo puesto que voy, el odio y la adrenalina (y que llevo coquilla siempre) no siento nada, pero desgraciadamente para el tengo un plan, un plan muy simple. Saco la navaja y a esta distancia no fallo, con un tajo rápido se la clavo en la pierna. Ahora giro el arma rápido, haber si le secciono algún cable importante. Ya no se va a poder a mover tan rápido y si le pillo la femoral… Pero me sonrió mucho antes de lo que debiera, porque el tipo ha sacado otra arma a su vez y me la clava en la clavícula. El dolor me hace reaccionar y consigo que no penetre mucho en una decima de segundo, pero he estado a punto de morir. Un par de centímetros más… Nos levantamos como podemos, con las navajas en ristre mirándonos fijamente; sangrando los dos como cerdos. Con un tirón intento descolocarlo de nuevo, pero este no es el tipo de gente que caiga dos veces en la misma trampa y se tira de rodillas al suelo. No solo aguanta el tirón perfectamente, sino que me zancadillea de alguna manera y retuerce el brazo de alguna forma extraña, cuando caigo sobre el bloqueándole su navaja como puedo, la presión de él tirando y yo resistiendo con la cadena retorcida es terrible y salta en pedazos, o se soltó de ella de alguna manera, lo que sea, pero se levanta y no esta encadenado, y yo no quito los ojos de su navaja, así que no sé lo que hizo.
- ¿Qué te pasa, gilipollas, se te acabaron ya los chistes?
- ¿A mí? ¡Yo tengo de todo en la cabeza menos caspa!

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