martes, 21 de septiembre de 2010

O.K Corral

- Hola mi amor, ¿soy yo tu lobo?
El se ríe socarronamente y sin más se ajusta la máscara por detrás con las cintas; se coloca bien los guantes hasta medio dedo y se retoca las pulseras de hierro macizo. Deja caer su gabardina marrón, dejando ver unas espaldas de dos metros de ancho por lo menos. Lleva una camisa de tirantes muy ajustada, (negra, con dos tibias cruzadas en blanco); para resaltar sus increíbles pectorales. Es una bestia parda, aun si le comparamos conmigo. Su enorme pelambrera, el aliento a vomito y todos los dientes rotos hacen bastante por su apodo. Me hace ademan de que espere con la mano, enciende la radio y suena:
- Hoy en Radio Kerrang… Slikpnot….! Before I forgueted!
- Lo oyes cielo… Es nuestra canción –me dice sin parar de reír y se abalanza sobre si sin más miramientos. En el segundo que tarda en caer a plomo encima de mí me pongo a pensar en mis posibilidades. Ninguna. Un momento… ¿Y mi pistola? ¿Donde cojones esta?! Eh, el tío! Pero la enorme masa de sus puños no me encuentra porque una decima antes me he tirado al suelo, he agarrado el taco que había dejado caer, me he levantado y como si fuera un bate de beisbol se lo he reventado en la cabeza a saco. El taco se astilla en mil pedazos, pero quedo agradablemente sorprendido cuando el tipo retrocede un par de pasos y vuelve a la carga sin más en apenas un segundo. Con la sorpresa me gana la acción, me empuja y me caemos sobre la mesa de billar. La mesa se rompe. Sus dedos agiles ya enlazan mi cuello cuando sus gráciles puños ya me han roto los labios en dulce sinfonía, como si fuera el Lago de los Cisnes en versión hardcore. Sus manos me troncharan la garganta en medio segundo. No puedo pensar, pero agarro una bola de billar del suelo, y se la reviento en los dientes de lado. El tipo afloja, momento en que aprovecho para separar las manos y para meterle un rodillazo en la mandíbula. No sé cómo ni porque, pero salgo volando y me estallo contra una cristalera. Puede que en las películas parezca divertido, pero en la vida real una catarata de cristales te deja como carne picada. Eso fue algún golpe sobre humano. Es ahora cuando me doy cuenta que contra este tipo no soy nada, soy mierda, soy menos que eso. Es tan listo y hábil como yo, y por lo menos el doble de fuerte y de resistente. Lo único en que le gano es en agilidad, quizá sea una buena cosa si hay que salir por patas. No lo puedo ganar en una pelea limpia. Saco la navaja. Lo voy a hacer a mi modo. Esto va a muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario