miércoles, 22 de septiembre de 2010

La Cruz de Hierro

Pero el se ríe en mi cara. De su costado saca un puñal de cazador.
-¿Te he enseñado mi puñal gintsu, chico?
Se jodio el asunto. Atrapado en mi propia trampa. Si lo intento a puñaladas, su cuchillo es como el doble que el mío. Demasiada ventaja para él. Y parece saber manejarlo tanto como yo. Nos miramos fijamente unos segundos, sin pestañear. Este tipo tiene honor, a su manera. Dejo caer mi arma. El deja caer el suyo, automáticamente. Tendré que garle limpiamente, donde llevo todas las de perder.
Me abalanzo. El dispara un misil con la diestra. Se va a dar con la segunda parte más dura del cuerpo humano: el cráneo. Gracias a su curvatura reíste muy bien los golpes directos. Aúlla de olor; pero yo quedo unos segundos como tonto, pero rápido le busco un punto no protegido por sus músculos: su nuez. Lanzo el punto más duro del cuerpo (el codo) contra él, El tipo cae para atrás boqueando como un pez fuera del agua. Pero esto no ha acabado aun. Le empiezo a dar hostias desde todos los lados, pero su hígado está bien protegido tras una muralla de músculos abdominales.
El tipo se chupa seis o siete hostias sin pestañear y me lanza uno a ciegas que logro esquivar fácil. Es un golpe de tanteo con la zurda, lo que me indica que me prepare contra la diestra, que dará el verdadero golpe; que se descarga brutalmente contra la pared. Un grito le surge del alma, haber si con suerte se ha cascado todos los dedos de la mano. Le sacudo otra en la mandíbula, pero no logro hacer que gire, que es cuando se queda seco. Ahora me he dado cuenta que he cometido un error fatal. Todos estos golpes me han acercado a él, he entrado en su terreno, un terreno donde su cuerpo y la potencia marcan una diferencia abismal entre nosotros dos. Cuando me doy cuenta, e intento retroceder, dejo una obertura; me engancha un fogonazo en el pecho que me tira de espaldas. Todo el pecho me arde y ahora estoy sin aire. Se tira sobre mí como un animal intentando estrangularme con los dos brazos. Intento liberarme pero no puedo. Un segundo más y estoy muerto…Pero tantas hostias me han cascado varios dientes, me arranco uno y se lo intento clavar en un ojo. El tipo se defiende retirando una mano y agarrándome por la muñeca…. Es la mía o muero. Coloco el diente entre el dedo índice y pulgar. Le arrojo el diente y le doy en el ojo, cuando se limpia la sangre dolorido, saco mi segunda navaja y se la clavo en el bíceps derecho. La navaja se queda allí cuando se retira él; el tipo aúlla y me puedo separar, por fin. El se levanta, y con un gesto que me acojona, se saca el cuchillo con un solo movimiento, lame la hoja y la tira lejos descojonándose(toda mi fuerza y no le he atravesado bien el bíceps, que ¡Hijo de la gran puta!. Me levanto a toda prisa y me doy cuenta de que como me enganche otro me manda al otro barrio en billete de primera. Esto es el envite definitivo.
El tipo se lanza como un puto animal y ha lanzado su diestra como un cañonazo (con la mano rota y el brazo atravesado! Que puto loco!) con todo lo que es capaz de dar. Llega incluso a echar todo el cuerpo adelante para dar mayor impulso; pero desgraciadamente para él; todo ello ha telegrafiado el movimiento con un año de antelación. Echo la cabeza atrás… no sé si será suficiente… ¡Si, lo fue! Necesito una distracción ¡Las cintas quedan flotando en el aire un instante! Es cuestión de reflejos…. Las agarro con la zurda, tiro de ella, descolocándole los agujeros de los ojos, taponando su visión, el tipo echa su cabeza hacia atrás de forma instintiva… Ofreciéndome todo su jugoso cuello…! Lo sacudo con el filo de la mano en la nuez! Cae, cae, ¡Hostias cae! Se acabo. Se acabo. Soy el mejor. Gane. No, no, me duele todo. No gane. Simplemente, sobreviví.

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